Responsabilidad Afectiva: el cuidado hacia los que nos rodean

En este mundo interconectado, exploramos la compleja trama de la responsabilidad afectiva: cómo nuestras relaciones moldean nuestras vidas.

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En nuestro desarrollo personal a pocos nos enseñan a identificar, gestionar y expresar adecuadamente las emociones; lo cual se vuelve un poco complejo de aprender a hacer cuando llegamos a la adolescencia y adultez, porque para entonces ya hemos aprendido “a la mala” y dañado a personas y nos han dañado a nosotros, incluso para muchos llega a ser todo un reto el confiar en la gente, tener amistades con vínculos fuertes y tomar la decisión de iniciar una relación de pareja por el temor a que nos rechacen o nos hagan daño emocionalmente hablando.


Somos seres sociales, que estamos en constante movimiento y al cuidar de nosotros mismos también debemos ser empáticos y aprender que nuestras actitudes y comportamientos pueden llegar a afectar a los demás, lo cual se denomina: responsabilidad afectiva.

 

Entendemos por responsabilidad afectiva o emocional el hecho de reconocer y asumir que nuestros actos causan emociones en las personas con las que nos relacionamos. Es decir, se trata de ser conscientes de las implicaciones que conllevan los vínculos entre las personas, sea el tipo de relación que sea, con la finalidad de evitar daños emocionales.

Actualmente con las aplicaciones de citas se ha normalizado un comportamiento contrario a la responsabilidad afectiva pues se piensa solo en el beneficio propio. Un ejemplo que suele ponerse como el paradigma de la irresponsabilidad emocional es el del ghosting: desaparecer sin dar explicaciones después de un tiempo de contacto cercano con una persona. Lo correcto sería comentar si ya no estamos interesados en la persona o si en ese momento realmente no estás interesado en una relación de pareja y se piensa solamente en la comodidad propia pues es mejor evitar la confrontación y dar una explicación que en verdad agradecerle a la persona su tiempo y atención que nos dedicó.

Para poder ser responsable afectivamente debemos ser conscientes de nuestras emociones e identificar cómo nos hace sentir cada emoción y cómo lo interpretamos, para que sea más sencillo tratar de comprender a los demás, principalmente en las relaciones de pareja, porque hay más convivencia, confianza y un vínculo afectivo fuerte, donde si además llegamos a ser lastimados puede tener consecuencias a nuestra salud emocional.

Además es importante hacer una autoevaluación de cómo hemos aprendido a tratarnos a nosotros mismos y cómo nos relacionamos con los demás, con el paso del tiempo y las experiencias que vamos adquiriendo podemos formar nuestro propio autoconcepto y sistema de creencias y valores, que nos harán reaccionar ante las diversas situaciones que se nos presenten.

Para identificar más fácilmente nuestras emociones, mientras nos estamos entrenando, podemos llevar un registro o una especie de diario, que sea un cuaderno donde nos permitamos escribir cómo nos sentimos e identificar las situaciones que nos generan algún malestar e ir siendo más conscientes de nuestras reacciones. De esa forma podremos ir siendo más responsables afectivamente y cuidar del bienestar emocional de las personas que nos importan y queremos tener en nuestra vida.

No necesitas dejar de ser tú mismo para llegar al punto de tener responsabilidad afectiva, solo es cuestión de ser conscientes, cautelosos y si es necesario moderar algunos comportamientos o pensamientos que nos puedan afectar a nosotros mismos o en las relaciones interpersonales que nos interesan.

Aquí aplica la frase “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”, y es justamente la cuestión de ser empáticos, darnos la oportunidad de conocer a las personas y conocernos a nosotros en esa interacción, aprender a tolerar y entender que todos somos diferentes, por lo tanto pensamos, percibimos y nos comportamos de maneras muy distintas. Recuerda que cada quien tiene sus talentos, habilidades y debilidades; que no son iguales a las tuyas y por ende debemos respetar esas diferencias y son lo que vuelve tan complejo todas las relaciones humanas. Sin embargo no es algo imposible, simplemente es estar con la disposición y aceptar a la persona tal cual es. No hay necesidad de ser groseros, humillar o insultar a alguien simplemente por ser diferente a nosotros o que no haga las cosas como a nosotros nos gustaría.

La responsabilidad afectiva nos dará una herramienta y habilidad social más para sentirnos mejor en nuestro trato con los demás y por ende ayudará a nuestra seguridad personal, pues la gente se sentirá cómoda estando con nosotros y no nos evitarán.

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PSIC Eva Molleda
Psicología
Salud Mental
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