Afectaciones a la Salud Mental por el consumo de alcohol

En el escenario complejo de la salud mental, el consumo de alcohol a menudo se presenta como un desafío significativo, aquí te contamos los detalles.

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En el escenario complejo de la salud mental, el consumo de alcohol a menudo se presenta como un desafío significativo. En este artículo, nos sumergimos en las profundidades de cómo el alcohol puede impactar negativamente nuestra salud mental, explorando los vínculos entre el bienestar psicológico y las elecciones que hacemos respecto al consumo de esta sustancia. Con foco en el Día Mundial Sin Alcohol, examinaremos la importancia de reflexionar sobre nuestros hábitos, desafiando la percepción común y descubriendo cómo la abstinencia puede convertirse en un camino hacia una salud mental más robusta y equilibrada. Acompáñanos en este viaje para entender las complejidades de esta relación y explorar vías hacia una mente más saludable y resiliente.

Si alguna vez te has excedido en las copas de bebida alcohólica sabrás de los efectos que puede tener en nuestro comportamiento. La acción psicofisiológica y farmacodinámica del alcohol es fundamentalmente depresiva, por la reducción de la transmisión sináptica en el sistema nervioso humano. Es un hecho conocido que el consumo excesivo de alcohol causa una disfunción aguda y crónica del cerebro, produciendo trastornos en el sistema nervioso central, presentando alteraciones en la memoria y en las funciones intelectuales como cálculo, comprensión y aprendizaje. 

Afecta el comportamiento y cognición

El alcohol modifica, entonces, la conducta humana no solamente a nivel de coordinación motora, sino a nivel perceptual y cognitivo e influye notablemente en el desempeño del individuo. Ciertos comportamientos se ven muy afectados por el consumo del alcohol, tal es el caso de la conducta sexual y la agresividad. Siendo estas las mayores afectaciones que genera a la salud mental.

Las propiedades estimulantes atribuidas al alcohol son el resultado de la depresión de áreas cerebrales responsables de los mecanismos inhibidores. Como resultado de ello algunas partes del cerebro y sus conductas asociadas quedan liberadas del freno inhibitorio.

Como consecuencia de esto, el pensamiento fluye libremente, pero de manera desordenada y fortuita. El lóbulo frontal del córtex cerebral se ve afectado por niveles de alcohol en la sangre, resultando la hilaridad, expansividad, juicio deteriorado, locuacidad y atención empobrecida. Otras regiones corticales son deprimidas por el alcohol en la sangre, causando sensibilidad embotada, verborrea, doble visión y distorsión perceptiva. El cerebro se ve afectado produciendo falta de equilibrio y dificultad en coordinación motora (ataxia, apraxia).

Con el consumo de alcohol se produce la euforia; que nos vuelve auto confiados, asertivos y locuaces. A pesar del aumento de la confianza, las habilidades motoras se reducen casi totalmente.

Componente genético

Estudios posteriores realizados en Escandinavia con grupos de niños adoptados, hijos o no de alcohólicos, corroboraron que el alcoholismo presenta un componente genético y que es independiente del entorno familiar. Estudios más recientes, realizados por el grupo de Schuckit demuestran que existen grupos de alto riesgo en los que se observa una importante predisposición genética al alcoholismo. 

El consumo de alcohol induce degeneración neuronal y pérdida de sustancia blanca. La muerte neuronal así como cambios en el número y disposición de las terminaciones nerviosas es más marcada en ciertas áreas del cerebro, tales como la corteza cerebral frontal, hipocampo y cerebelo. Interesantemente, estas áreas participan en procesos cognitivos, emocionales, de memoria y de movimiento,que son procesos que se ven gravemente afectados en el alcohólico. Así, el consumo de altas cantidades de alcohol, de forma ocasional, se ha asociado con convulsiones, estados epilépticos y un aumento del riesgo de hemorragias cerebrales. 

Consumo moderado y factores de riesgo

Se ha cuestionado si el consumo moderado de alcohol induce o no alteraciones cognitivas o neurológicas. Sin embargo, los resultados publicados hasta el momento son controvertidos, ya que mientras algunos trabajos demuestran que el consumo de 30-60 g de alcohol/día se asocia con efectos negativos en las estructuras cerebrales y en su función, otros trabajos indican que el consumo de 2 vasos de vino/día previene la demencia en individuos mayores de 65 años.

Todos estos datos indican, que aunque el abuso prolongado de alcohol induce importantes alteraciones cognitivas y neurológicas, no parece existir una clara relación entre cantidad de alcohol, años de consumo y alteraciones cerebrales, sugiriendo que, además del alcohol, existen otros factores de riesgo y/o genéticos que pueden potenciar la acción del etanol en cerebro. Entre estos factores merecen destacar:

Factores nutricionales. El etanol contiene calorías y su consumo conlleva a estados de desnutrición y carencia de vitaminas,algunas de ellas importantes para el funcionamiento del SNC. Así, por ejemplo, la deficiencia en tiamina que se observa en algunos individuos alcohólicos conlleva a la encefalopatía de Wernicke´s, que cursa con ataxia de tronco, cambios oculares y confusión mental. Muchos pacientes con esta encefalopatía desarrollan una psicosis de Korsakoff que se manifiesta por una grave amnesia anterógrada memoria a corto plazo, desorientación y polineuritis en los miembros inferiores. 

Respecto a los factores de riesgo se ha demostrado que las mujeres son más susceptibles al daño producido por el consumo del alcohol, haciendo estudios con un consumo semejante entre ambos sexos las mujeres desarrollaban ante lesiones cerebrales que los hombres. Considerando que el hipocampo participa en funciones importantes, incluyendo procesos de memoria y aprendizaje, estas funciones se ven gravemente afectadas en alcohólicos.

En cierre, hemos explorado las intrincadas conexiones entre el consumo de alcohol y la salud mental, destacando cómo nuestras elecciones pueden influir en nuestro bienestar psicológico. En el Día Mundial Sin Alcohol, se nos presenta la oportunidad de reflexionar sobre estos vínculos, reconsiderar nuestros hábitos y priorizar nuestra salud mental. La consciencia de los efectos del alcohol es el primer paso hacia un cambio positivo. Recordemos que cuidar de nuestra mente es tan crucial como cuidar de nuestro cuerpo. Al tomar decisiones informadas y fomentar un entorno de apoyo, estamos forjando un camino hacia una vida más equilibrada y emocionalmente saludable. Que este día no solo sea un recordatorio, sino un punto de partida para una relación más consciente con nuestra salud mental.

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PSIC Eva Molleda
Psicología
Salud Mental
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